Se acabo, no pienso dejar que se me sequen los ojos por ti, no quiero que caiga ni una lagrima sobre mi cuerpo y es hora de levantar la cabeza del ombligo.
He pasado horas solo arrinconado, sin conexión con el universo, amargado, llorando y pensando cuando volverá. Y es hora ya, de levantarme del suelo, limpiarme bien los ojos y abrirlos bien, para poder contemplar como es nuestro mundo y todas las cosas que me estoy perdiendo. Y yo en cambio, ahí tirado en el suelo sin hacer nada, pues no. Dicen que la vida son dos días y no me pienso quedar un día amargado y el otro llorando. Es hora de ver las cosas con naturalidad, conocer a otra gente, otros sitios y sobre todo olvidarnos de aquel pasado que tanto me atormenta.
No puedo seguir así debo cambiar por mi bien y por el bien de todos, para que mis amigos y mi alrededor puedan mirarme con una sonrisa en la cara, diciendo mi nombre con alegría y poder abrazarme. Poder dar ese paso tan grande hacia la libertad y poder ser yo mismo. Poder disfrutar de mi, de mis amigos y la felicidad que contiene esa libertad, de poder estar solo, de poder hacer cosas nuevas y sabiendo que tarde o temprano podre ser feliz.
Ya no pienso en ti, no merece la pena seguir llorando, no merece la pena arrinconarme, ¿Para qué? ¿Para ver como disfrutas tu la vida y yo aquí tirado? No, eso se acabo, a partir de ahora tu nombre se me borrara la cabeza, y vendrán otros tiempos donde yo lo pueda pasar bien sin tener que estar a tu lado. No tengo que depender de la felicidad que me daba, sino tengo que depender de la que yo me doy y de la que me dan mis buenos amigos.
Hay que ser fuerte, y poder dar ese paso grande, donde podrás dejar los malos ratos a tras y podrás descubrir sensaciones nuevas. Llorar no es de cobardes, llorar es de gente que tiene sentimientos. Los fuertes también lloran.
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